Voy saliendo de la casa, pero al
parecer algo se me queda, algo olvido. Al momento me parece aburrido para
salir, pero debo hacerlo, a pesar de que estoy tomando en cuenta muchas
posibilidades. Una serie de contrariedades podría presentarse en el transcurso
de mi corto viaje: una riña callejera, un ultraje, estarían a la orden del día.
Un accidente de tránsito acabaría con mi recorrido, o pudiese hallarme perdido
sin rumbo por las avenidas. A lo mejor, la esquina es la guarida de unos
indeseables peligrosos, o algún hecho curioso pondrá en peligro mi iniciativa.
Sin contar en atentados terroristas o suicidas, se pueden dar lesiones físicas
cuando camine, o tal vez, una bala perdida termine con mi recorrido total. Las
incontables cosas que debo enumerar hacen que me surja la duda de transitar,
una duda pequeña, pero con el mismo principio de una duda cartesiana, como duda
cualquiera ante cualquier actividad humana. Humana como cualquier condición
hermana, suscitada por los siglos de evolución biológica que nos trae hasta
hoy. Hoy donde, así como ayer, me propongo entender el momento de salir del
marco de la puerta, que sigue abierta, mientras considero que debo llegar a una
solución para abandonar la casa. La casa, no el hogar, porque si no debería quedarme
en él. En el hogar uno se siente bien, hay comodidades que uno adecúa para
sentirse en confort y no debería salir de allí. Aunque, debo salir, por las
positivas razones que me mueven a pensar que se me ha olvidado algo en la casa,
y repito casa, para no decir hogar, que es otra cosa. La salida me está
pareciendo pesarosa, y sé que me esperan en el lugar que voy, para que lleve
algo que creo que voy a dejar. Parecería que pudiera argumentar, al llegar, que
tuve que dejar el pedido, debido, al olvido, o a los motivos que he pensado,
por los cuales no debo salir aún; aunque sé que, según, lo más probable es que
no me crean. Así que, mejor no voy, ya que no voy a arriesgarme a que llueva en
esta época del año, que parece improbable porque es verano, pero posible, a un
viaje de muchos riesgos, para llevar algo que no tengo y que no me van a creer
que dejé olvidado. Pero estoy tratando de resolver, aquí en el marco de la
puerta, parado…
Engel Salazar Aguirre
10 de julio de 2014.