domingo, 22 de junio de 2014

Resfriado.


Aguado,
el pecho mojado
y desbordado
por el orificio
que dejó tu acción.

Los linfoncitos
no dan rencilla
para combatir
una anomalía en el aire
que normalmente es sencilla.

La tristeza en la cascarilla
no ofrece la solución,
la salida,
ante ésta afección.

Pero no es en la nariz
ni en la garganta amarilla,
donde el virus inoculó;
es en el corazón
que desaceleró
de despecho,
dejando abierto el espacio
a la somatización.

Leo la cartilla
de mi desencanto,
acostado con el yeso
de la piel de pellizcos,
buscando salir del abismo
donde el resfriado me lleva
del dolor de lo anhelado
a la enfermedad
de lo pasado.


Engel Salazar Aguirre
22 de junio de 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario