domingo, 21 de agosto de 2011

Hoy te he vuelto a ver.

Tu rostro de belleza intacta,
tu cuerpo de añoranza
servicial como la esperanza,
como hace un año al volver,
hoy te he vuelto a ver.

Tu correspondencia a las circunstancias,
tus prendas de color elegancia,
tu aroma familiar como fragancia,
heroína ante la distancia
y en sueño que rompe mi ser,
y ante las ganas de proceder,
hoy te he vuelto a ver.

Pero hay algo en tu sonrisa divina,
una pequeña mueca de plastilina,
factor de un pequeño cambio.
Algo imaginario en el sabor de tu abrazo,
la refrenda de la ocurrencia de algo cierto:
un nuevo pensamiento,
un nuevo condicionamiento,
un extraño y típico fraccionamiento,
que la dura madurez absorbe de un caso
y el alma de la mujer traduce como un fracaso
para un corazón hermoso y sensible al contacto,
pero acreditado por la evaluación de una mente sin descanso.

Te siento a la luz de una cena
dejando ver entre velas
la proyección parcial de la fuente que aun me inspira,
pero que antes me llenaba,
sintiendo una dulzura que nunca acaba
en unos labios que bloquean una nueva capa.

Busco un sueño bueno que dé vueltas,
que proporcione herramientas,
que me permitan romper:
(un chiste, una cadena, un poema o un payaso)
con el dique que retiene la fuente de tu risa,
y que avance de prisa
a la tierra prometida,
en la que antes cultivé parte de mi vida,
permitiendo desbloquear este sufrimiento
que opaca la caída de tus puertas
al servicio del ser,
viviendo un encuentro que nos permita volver
a lo que antes fuimos,
a la unión de lo divino,
lo sublime y lo majestuoso,
dando gracias a lo todopoderoso
porque hoy te he vuelto a ver.



Engel Salazar Aguirre
18 de agosto de 2011.

1 comentario: