jueves, 28 de octubre de 2010

La Soledad.

Da hasta miedo escribir sobre esto, calor y orgullo, tratar de mirarte a los ojos.

Es como un dilema,
un refugio,
una compañía indeseable
pero a veces faltante,
necesaria.

Como un hogar,
una casa sin gente,
sin coche ni paredes
pero con carros y cuadros,
sin sala y sin comedor
pero con platos
y fantasmas.

Es como un arma
protectora,
en cuyos trazos mueres
sin balas pero con fuegos.

Es como un juego
de dolor y risa,
sin cuerpo y sin camisa,
con brazos y cabillas.

Es la mañana
sin sol y sin ventana,
los días
sin pan y sin alegrías,
y que extrañas cuando no tienes.

Son como poderes
que de adolescente quieres
presenciar,
pero de adulto quieres evitar.

Son como poetas sin fraguar,
como canciones sin autor,
como versos sin inspiración,
que pueden inspirar a otros.

Es la fuerza de la oscuridad
que pretende descubrir tu dignidad,
es en el cuerpo el ardor
que pretende encender tu fuego interior,
es la locura que atestigua
que tu columna sube la montaña
y viola la galaxia,
volviendo a tu vibrar
de armonía eterna y antigua.

Engel Salazar Aguirre
04 de octubre de 2010.

2 comentarios:

  1. Uno de los más bellos poemas que salieron de allí mismo, del centro de tu alma. Es esa dualidad de la soledad acompañada por fantasmas.
    Me emocionan tus letras, querido Engel.
    No hace falta que te lo diga. Un beso para que te acompañe

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  2. Totalmente de acuerdo con Susana, te he leído muchos poemas, pero créeme que estoy impactada, es como sentir en la piel, esa soledad que va más allá del silencio de las noches, definitivamente como queriendo explorar galaxias de delirios en ausencias desde el agotador esfuerzo al escalar la montaña.

    Un abrazo de los fuertes

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